Fideicomisos: ¿Ángeles o Demonios?

Me gustaría empezar planteando dos preguntas, ¿sabe qué es un fideicomiso?, y ¿ para qué sirve un fideicomiso? La vox pópuli en redes sociales resume las respuestas en dos: “sirve para esconder dinero y propiedades, y para robar en el gobierno”. Desafortunadamente en el último año se ha generado un marketing en contra de los fideicomisos donde satanizan el producto del fideicomiso por carecer de transparencia, malos usos, facilidad para “desaparecer dinero”, corrupción, etc., Sin embargo un fideicomiso es totalmente lo contrario.

¿Entonces los fideicomisos son malos? Los fideicomisos son contratos transparentes que se celebran entre dos o más partes y se regula por una institución fiduciaria. En este contrato se estipulan todos los pormenores, tales como los bienes a contribuir al patrimonio del fideicomiso, la institución fiduciaria que va a administrar dichos bienes, los beneficiarios del fideicomiso y lo más importante, el propósito del fideicomiso y las reglas para cumplir con el fin.


El propósito del fideicomiso debe ser lícito y determinado, esto significa que el propósito no puede transgredir la ley, debe ser claro y evidente; así mismo la forma de cumplir con ese propósito debe estar estipulado dentro del contrato, o en su caso, en las reglas de operación del fideicomiso. En otras palabras, no debe de caber duda para que fue creado y cómo se dará cumplimiento de forma clara, precisa y transparente al fideicomiso.

 

Esto último es aplicable a fideicomisos privados y públicos, ya que en ambas figuras deben cumplir con el marco jurídico de Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo, y la Ley de Ingresos, registrando ante la Secretaría de Hacienda, o la Secretaria de finanzas – en el caso de entidades federativas – todos los fideicomisos, mandatos y contratos análogos en los que el gobierno federal o estatal intervenga. Lo que hace público qué Dependencia, Organismo Público Descentralizado o Paraestatal constituye y su vez son auditados por la Auditoría Superior de la Federación o la entidad fiscalizadora competente determinada en la ley estatal que corresponda.

 

En conclusión, el fideicomiso como producto y el marco jurídico que regula la actividad fiduciaria, no facilita ni promueve la corrupción, la malversación, el robo o incluso la falta de transparencia. Sin embargo, el seguimiento, la aplicación y fiscalización del marco jurídico no depende en sí del fideicomiso, pero sí de los integrantes de este, tales como instituciones fiduciarias, beneficiarios del fideicomiso, fideicomitentes y servidores públicos en el caso de fideicomisos públicos. En conclusión,  la ética y la buena voluntad de los integrantes del fideicomiso, es trascendental  para el adecuado uso de éste.

Entonces el fideicomiso… ¿Ángel o Demonio?